Durante las pasadas
vacaciones escolares de otoño tuvimos la oportunidad de visitar el
museo del juguete antiguo de Wambrecies
Construido el 1760, debe
su nombre a la mujer de su último morador: "le vicomte Martel
Obert de Quévy en fait l'acquisition. Époux d'Alexandrine Robert de
Robersart, il est le dernier seigneur de Wambrechies. Il en fut aussi
le maire pendant près de 40 ans. Sa nièce, Juliette, Comtesse de
Robersart, fut la dernière habitante. Elle y est morte, célibataire,
en janvier 1900 et a laissé son nom au bâtiment. "
El museo es un viaje al
pasado. Las primeras vitrinas quizás sean las más impresionantes,
pues en ellas aparecen muñecas y muñecos representando escenas muy
duras y difíciles de entender. Los juguetes son básicamente de
temática de guerra: hospitales de heridos, batallas,
representaciones religiosas, fiestas populares, personajes políticos,
tanto aliados como nazis... Los niños quedaron muy chocados y los
adultos (yo y mis suegros) también.
Mi primera reflexión fue
¿Estamos en un museo de historia o de juguetes? ¿Qué debía pasar
por la imaginación de esos niños, que tenían para jugar un muñeco
vestido de soldado, monja o cardenal?
¿Era la infancia de esos
niños una infancia feliz? Esos niños jugaban a representar los
roles de la sociedad de su época, marcada claramente por la primera
y la segunda guerra mundial. Una época muy oscura de Europa: hambre,
odios, miedo, tristeza... y en medio de todo eso, los niños jugaban
en la calle a los finales felices, o a los o tan felices... quien
sabe.
Mis niños observaban a
los batallones de soldados, dispuestos en rigurosos escuadrones, tras
los tanques, entre trincheras. En otras escenas, los trenes habían
sido víctimas del sabotaje de la resistencia, y en otra, un muñeco
había perdido literalmente la tapa de su cabeza, bajo la mirada de
la enfermera que corría a socorrerle...
No era la idea que
habíamos tenido cuando decidimos visitar el museo. De repente,
nuestra visita había tomado un rumbo un poco oscura y decidimos no
pasar mucho más rato allí, no sin antes darle una ojeada al segundo
nivel del museo.
Por suerte allí los
juguetes tenían otro objetivo: allí se representaba a la "infancia
feliz", o no! Pero por contraste con los del nivel superior esa
fue la impresión que nos llevamos: ositos de peluche, muñecas que
tomaban el té, cacharros de cocina, una boda, una fiesta de muñecas
barbies... un recorrido por lo que debía ser los juguetes
posteriores a las dos grades guerras.
Entre vitrinas ya un poco
más alegres se podían encontrar juguetes de madera que los niños
podían tocar y usar. Pasamos un buen rato jugando a soplar bolitas
para hacerlas caer por agujeros, o hacer resbalar discos de madera en
casillas puntuadas. Pusimos a prueba nuestra puntería y nuestra
táctica! Y al final los niños se lo pasaron genial.
Un recorrido de la
historia a través de juguetes que van desde finales del s. XIX a los
60's
Si os apetece conocer
Wambrechies y pasar unos días allí, al buscar alojamiento, echad un
vistazo a esta opción:
Se trata de un negocio que
ofrece la posivilidad de pasar una noche en contenedores marítimos,
acondicionados como habitaciones de hotel. Desde luego, una opción
diferente y para los más atrevidos puede ser interesante.... Si
alguien se atreve, que no deje de contárnoslo!
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