divendres, 13 de novembre del 2020

A por ello!

 Sábado, casi media noche, 24 de octubre.


Procrastino, como suelo hacer, antes de ir a dormir. Sin saber como, facebook me muestra un anuncio de esos que el 99% de las veces ni lees, porque sabes que no va contigo. Esta vez, no sé por que, me he enganchado al titular provocativo: curso gratis, de seis meses, para emprender.


Así que, le dí al link, y mientras me decía a mi misma que sólo quería saber de que iba, que eso de emprender no va conmigo, rellenaba los datos del formulario - sólo para saber que va después, me dije - que esto lo tengo que consultar con el padre de las criaturas, porque es serio.


Bah – le doy a enviar y luego le cuento lo que he encontrado. Total, seguro que no es nada.


Le explico que e acabo de inscribir en esto,  y me mira serio, medio no queriendo ofenderme por mi ilusión e iniciativa, medio con cara de «qué vamos a hacer si te cogen porque esto es para una formación de 6 meses»... a lo que le respondo, que, bueno, supongo que lo mismo que sí encontrara trabajo, no? Pero que, total, no creo que me cojan, porque la inscripción acababa en 24 horas, el lunes, y que yo lo había hecho el último día, con lo que, lo más probable, ya no me puedan aceptar. Bueno, está bien, pero si te cogen, me dice, cómo lo harás? Porque son los mismos días que te tienes que bajar a Barcelona…. Claro… ya sé… pero, primero, no está claro que me cojan, segundo, no está nada claro que pueda bajarme, con la que está cayendo, y si no bajo, no quiero perder esta oportunidad….


Por mi sorpresa, el lunes recibo una llamada telefónica para una entrevista para el curso. Me cuentan que van a hacer una primera selección de interesados, y que si estoy entre ellos, tendré dos días de formación, para acabar de decidir con quienes se van a quedar finalmente. Qué lo sabré en los días posteriores. Pero mi impresión es que no voy a saber nada más de ellos, porque me han preguntado cuantos hijos tengo, y he contestado después de una carcajada nerviosa de "vale, ya me hs descartado"... 


Lo que sí sé en los días posteriores, es que mi viaje a Barcelona se anula, y que el curso se postpone una semana, porque con el pseudo-confinamiento (que ya os contaré otro día) tienen que buscar una solución que respete las medidas sanitarias.


Deduzco, por este mail, que me han seleccionado para el siguiente filtro, y me alegra saber que, aunque no pueda bajar a Barcelona, y que la búsqueda de trabajo se esté haciendo cuesta arriba, voy a tener esta posibilidad de tener dos días de curso. Dos sesiones intensivas, de 9 a 17, en las que voy a estar con personas adultas, hablando de cosas de adultos, en un registro de francés profesional, y sin que nadie me conozca, dónde voy a poder ser yo, sin más. Mi objetivo es disfrutar y aprovechar al máximo la oportunidad: sólo que me consideren para la siguiente fase ya me parece muy importante.


Finalmente, el día 3 recibo un mail, con la fecha de inicio del curso. Serán el siguiente lunes y martes, pero piden reservarse también el jueves, porque puede ser que se haga alguna entrevista personalizada, puesto que el objetivo de estas tres sesiones es escoger al grupo que finalmente va a a integrar el curso.


Bueno, me parece más que genial saber que voy a tener una semana de lo más diferente que he tenido desde que me he expatriado.


El lunes, tras dejar a todos los niños en sus lugares respectivos de estudio, me acompañan al lugar de la formación. Un bloque de espacios de co-working, con salas diáfanas, muy iluminadas, con sofás coloridos, moqueta por todas partes. Me encuentro ya con diferentes personas que esperan en la puerta. En total, 12 personas, de entre ellas 5 hombres y el resto, todas mujeres.


Ya de inicio, hay quien habla más que otras, pero en lo general, nadie muestra sus cartas: somos tod@s rivales. Tener información de más puede significar que alguien saque ventaja competitiva sobre el resto, así que nadie habla más de la cuenta, a excepción de dejar claro quien ya ha hecho varias entrevistas y ha pasado ya otros filtros antes de llegar a esa cita.


Horror! Y yo allí, después de tan solo una entrevista de 5 minutos por teléfono.


No sabía que pensar. El caso es que estaba allí, y quizás ya daba igual como habíamos llegado cada uno de nosotros.


Gente desconocida, desconfiando, observando, y muy nerviosa.


Sí me dicen que hay una cámara oculta grabándonos, para un reality, me lo hubiera más que creído.


Nos conducen a la sala donde pasaremos los próximos días. Nos disponemos, inicialmente, guardando la distancia social, pero rápidamente ya nos piden que nos pongamos a trabajar por grupos, de dos. Primera tarea, ponernos de acuerdo en una serie de afirmaciones en torno a la idea del emprendedor.


No hay que perder el foco de que somos 12 personas que no nos conocemos de nada y que competimos por un puesto en el curso. La prueba es ponerse de acuerdo, no ceder, no imponerse, si no convencer, a otra persona que no conoces de nada y que no tienes información para saber como tratar o como va a responder.


Mi pareja es una chica que no debe tener más de 22 años, y si miro a mi alrededor, a parte de otro hombre que aparenta tener más de 40, el resto no deben llegar a los 25, a lo sumo, alguna a los 30. La media de edad es bastante baja, por lo que, si sumamos al echo de que no he pasado por el mismo proceso de selección que el resto y mi edad, mi autoconfianza está perdiendo puntos por segundos. Hay que sumar también el tema idioma, ya que es muy importante que palabras usas, como te expresas, si entiendes bien todo lo que se está pidiendo. Se evalúan competencias que en alguno de mis otros idiomas no serían un problema, pero en francés sí lo son, porque no tengo experiencia previa. Y eso me preocupa y me crea inseguridad. Intervengo poco, pero intentando ser asertiva. Pánico en todo momento. 


Las dos jornadas se trascurren de manera dinámica y muy enriquecedora. He de reconocer que al final me ha sido muy fácil pasar los dos días enteros en esas sesiones. Nunca había asistido a una formación en la que me pasara 8 horas seguidas manteniendo la atención como lo he hecho en esta formación. Y he de decir que no he entendido a veces lo que se estaba diciendo, no por el idioma, si no por la acústica de la sala y la mascarilla. Un desastre tener profesores que no puedan expresarse sin tener la boca tapada/oculta


Llegamos al martes a última hora, y haciendo un ejercicio en grupo esperamos que nos anuncien los seleccionados para las entrevistas del jueves. Pasan las horas, pero eso no sucede. En su lugar, nos emplazan a venir todos el jueves, para hacer un speech de nuestros proyectos personales. Hemos pasado dos días hablando de nuestras competencias, y ahora vamos a hablar, por fin, de nuestro proyecto. Será en tan sólo minuto y medio que vamos a disponer, el que va a decidir quien va a pasar a la formación y quien no.


Así pues, paso todo el miércoles dando vueltas a conceptos como: problema, solución, valor añadido, legitimidad, mercado… y todo eso, sobre un proyecto que pueda convencer en minuto y medio.


Llegamos al jueves, y pasamos la mañana con otro ejercicio en parejas. Nos anuncian que el speech-teaser será después de comer. Todos pasaremos, de uno en uno, frente a los demás, a exponer nuestras ideas. Algunos lo harán dos veces, por falta de claridad, y otros saldremos sin apenas comentarios. Todo nos hace dudar. Si nos encuentran muchos fallos, quiere decir que estamos fuera? Si no nos encuentran fallos, quiere decir que no les ha convencido ni para comentar?


Llegan las 17h. Todos hemos pasado y nos dicen que recibiremos un mail antes del domingo, diciendo si hemos pasado o no. Que no todos los que hemos estado en el curso vamos a estar el lunes.


Nos despedimos, hasta el lunes, quizás. Un placer, por si a caso no nos volvemos a ver.


Todo muy raro, y desconcertante, pero a la vez emocionante.


Un día más, y van tres, conduzco de vuelta a casa con la sensación de haber hecho un sobre-esfuerzo mental por encima de mis posibilidades, pero a la vez satisfecha, por haber luchado por seguir en el curso y ganarme una plaza.


Es curioso, porque el planteamiento inicial era sólo ver si me llamaban, sólo ver si me seleccionaban para las primeras sesiones, sólo disfrutar de pasar dos días en algo diferente… y ahora me encontraba entre desear que me cogieran para la formación y desear lo contrario, porque estoy totalmente fuera de mi zona de confort.


Así hemos llegado al viernes. 


Hoy no ha habido curso y he podido ponerme al día con las rutinas de cada día. He estado mirando el mail cada hora, refrescando para ver si había novedades sobre la decisión final.


A las 16h30 las ha habido.


Felicidades! Formas parte des de ya de la nueva promoción y te damos la bienvenida a la familia!


No puedo expresar con palabras lo que ha significado este mail. 


Una mezcla de OMG de felicidad y de OMG donde me he metido! El nivel de exigencia es altísimo y tengo un síndrome del impostor que me abruma.


Pero, no sé hacer las cosas de otra manera. Siempre las he hecho así. Quien dijo miedo? Quien dijo que no voy a poder, sin ni si quiera intentarlo?


Esa no soy yo.


Así pues, ahí que voy.


Deseadme suerte.

dilluns, 19 d’octubre del 2020

Pas satisfaiant.

 

Pas satisfaiant.



Dos palabras que te trasportan a la realidad absoluta.


Esto no será fácil.

Tres ejercicios java, en 1h. Como parte de un proceso de selección. Si no los haces en ese tiempo, y de manera optimizada, eres un pas satisfaiant.

He tardado 2h en hacer los dos primeros. Y el resultado es: pas satisfaiant. El tercero, ni he tenido la oportunidad de empezarlo. 

Y me da mucha rabia.

Pero mucha

Esto será largo, pero a la vez va a ser trasformador. 

Es la conclusión a la que he llegado, por necesidad de supervivencia. O eso, o renuncio a seguir en esto.


Quizás he pasado demasiado tiempo en un estado de pocos retos. Y eso que hace un par de años que he tenido la obligación de transitar a través de retos personales de los que te provocan dolor de tripas. Sentimientos muy agudos que te tambalean en los cimientos y te dan tal torta en la cara que, de repente, la realidad que siempre estuvo en frente se hace más que evidente.


Me he tomado la pastillita azul y ahora decodifico la realidad de otra manera.


Hace un par de meses que decidí recuperar el control de mi vida profesional, y no está siendo nada fácil. No es que pensara que lo iba a ser... No son tiempos fáciles para nadie, y para mi tampoco pensaba que iba a ser diferente. Pero una cosa es pensarlo y otra vivirlo en presente primera persona.

Y eso que ya había identificado mis principales puntos en contra.

Por una parte, está la parte tecnológica, que evidentemente, en estos últimos años, ahí fuera han seguido teniendo buenísimas ideas que han sabido llevar a la práctica. La versión de JDK ya tiene dos cifras, y yo cambiando pañales. Sptring boot, scrum, Jira, maven.... pierdes toda una mañana para saber de que te están hablando, y semanas para poder entender los manuales y los ejemplos y poder hacer tu primer proyecto con alguno de esos palabros. Es desesperante, pero lo acepto. Depende de mí, y estoy motivada para volver a demostrar que soy una profesional en la que se puede confiar, y mucho.


Otra parte, está lo innegable. Soy mujer, de 44 años, no francesa. Mis títulos universitarios necesitan ser traducidos a ECTS y, al no ser ni franceses, suponen desconfianza doble. Tengo que demostrar un CV que dé hipo al reclutador, para que pueda compensar el primer descarte por edad, nacionalidad y sexo. 


Y es desesperante, porque eso no lo puedo cambiar. 

No depende de mí. 

No puedo hacer que el tiempo vaya hacia atrás, ni puedo cambiarme de sexo. 


Cómo vencer a eso?


Ya sabía que esto iba a ser una carrera de fondo.


Sé que tengo que tener paciencia. Sé que tengo que seguir insistiendo, poniéndome al día, ganando confianza en mi, ganar soltura, algo que ahora mismo me niego, porque no creo en mi.


Y estoy convencidad de que en algún lugar hay una empresa que, aunque aún no lo sepa, me está buscando, y sé que sólo debo estar atenta a esa oferta. Seguir poniéndome al día, seguir apuntándome a las ofertas, seguir mejorando cada día, y no perder las ganas.


Pero hoy, dos palabras me han puesto, de nuevo en la casilla de salida.... 

Y me pregunto, si no me estaré equivocando. 

Que quizás no tengo la fuerza necesaria para empujar a codazos a los recién licenciados que, sin experiencia, ofrecen la frescura de sus 20 y pocos como contrapartida.


Esto va a ser difícil.

No sé de dónde voy a sacar la fuerza para convencerme a mi misma de que no soy un fraude. Qué sólo necesito estar atenta y estar al día, ganarme esa oportunidad que estoy convencidad de que me merezco.


Pero no será hoy.


Hoy me voy a quedar llorando por no ser Pas satisfaiant....

divendres, 4 de setembre del 2020

Vuelta al cole 2020-2021

 

La tropa ha vuelto al cole.


No hacía mucho que ya habían vuelto, tras la pandemia, en mayo y junio. Así que no ha sido tan trascendental por pos-confinamiento, si no por una vuelta al cole, un inicio escolar, con la ilusión y nervios de cada año.


En este sentido, ahora entiendo y creo que fue la decisión mas acertada, la decisión del estado francés de retomar las aulas al final del curso, aunque fuera, en el caso de maternal y primaria, por solo dos semanas.


Porque:


- Los alumnos pudieron cerrar el curso, despidiéndose de l@s profesor@s, compañeros y centros, sobretodo aquellos que estaban en el fin de algún ciclo.

- Los profesores pudieron tomar contacto, de manera temporal, con la escuela física post-confinada. Eso ha permitido que durante las vacaciones pudieran reflexionar y valorar la experiencia, para plantear propuestas realistas y positivas, y no desde el desconocimiento o el miedo.

- La sociedad, los padres, hemos podido comprobar que la vuelta al colegio sí era posible, y que hay medidas que son útiles y otras que no lo son.


Por ejemplo:


- La entrada y salida escalonada no aporta ningún valor añadido. Para las familias que tienen diversos hijos en el centro, es incluso perjudicial ya que en lugar de recoger a sus hijos y marchar, minimizando el tiempo en el centro, permanecíamos más tiempo que el estrictamente necesario, esperando a cada uno de los niños.

- Intentar que los niños no se mezclen en el patio es absurdo, porque luego se reúnen en los parques o las inmediaciones del centro, sobretodo los adolescentes.

- No dar servicios de extraescolares o comedor dificulta enormemente la dinámica de los padres. En mayo se hizo una encuesta y se comprobó que, sin cantina, los niños comían muy mal o bien los padres no aceptaban escolarizar a sus hijos en esas condiciones, por lo que, los padres que alegaban tener a los niños sin escolarización, tenían derecho a teletrabajar o tener un subsidio (si no era posible el teletrabajo), para atender a los hijos. El estado se dio cuenta que no era viable y que esa medida no aportaba ningún valor, ya que los restaurantes sí estaban abiertos y los niños podían comer en el macdonals. Porqué no iban a poder hacerlo en el comedor de las escuelas?

- No ofrecer guardería matinal/post-jornada o no ofrecer extraescolares no aportaba un resultado significativo a la evolución de los contagios, al menos con la circulación del virus en los meses del final de la primavera o verano.


Creo que esas experiencias piloto, y tomar ejemplo de lo que en otros países se estaba haciendo, han resultado en una aceptación de la vuelta al cole mucho más positiva para familias y profesores, de lo que parece ser que está resultando ser en Catalunya (donde estoy más al día de lo que pasa) y el resto de la península.


A día de hoy, la decisión de cerrar un centro la tiene el ayuntamiento de la localidad del mismo, y es temporal. Cuando se tiene sospecha de que un alumno podría ser caso covid, mientras se le realiza el PCR no se pide a ningún grupo que haga confinamiento voluntario. Por el momento, no puedo decir que es lo que pasa cuando un alumno de un grupo da positivo, porque hasta el momento no se ha dado el caso, pero sí puedo decir que, este verano, cuando number six empezó el casal de la guarde, el primer día, por una pcr (que resultó negativa), nos mandaron a casa 48 horas… sólo a él… el resto de hermanos siguió asistiendo a sus casales, porque el protocolo no lo pide (otro caso más de medida que no sirve para más que dejar tranquilos a profesores de la guardería).


Así pues, la vuelta al cole en maternal y primaria ha sido bastante normal..


La vuelta al instituto, por el contrario, significa volver a estar el grupo completo en el aula y en horario partido de jornada completa, ya que en mayo y junio se decidió seguir con los medios grupos y las semanas A/B de mañana o tarde. Eso sí, de tres horas con mascarilla, han pasado a tener que estar todo el día en aula con mascarilla, cosa que es inaguantable.


Nosotros hemos intentado afrontar la situación de la manera más positiva y normalizada posible. Los adolescentes llevan dos mascarillas cada día: una para la jornada de mañana y otra para la de tarde. Cada día las ponemos a lavar, y al día siguiente tenemos un par más para cada uno.


Si hacemos números, esto nos sale a 6 mascarillas cada día (más, si por la tarde tenemos deporte, ya que se usan una tercera mascarilla de tela limpia), 6 mascarillas, 4 días, más 2 mascarillas, los miércoles que sólo van dos a clase, de mañana. Un total de 8 mascarillas semanales, a parte de las que su padre y yo misma usamos diariamente, teniendo en cuenta de que en el trabajo del padre las mascarillas se proporcionan a los trabajadores de manera gratuita.


Eso nos lleva a un total aproximado de 16 mascarillas de lunes a viernes, más, quizás, unas 4 durante el fin de semana. 20 mascarillas a la semana. Dos cajas de 50 al mes, a unos 30€ la caja. 60€ al mes, y eso teniendo en cuenta que sólo tengo 3 adolescentes y los 3 pequeños no deben usar mascarilla en ningún caso (por prohibición hasta los 6 años, por estar desaconsejado hasta los 11).


Inviable para una familia como la nuestra.


Y no quiero saber cuantas personas pueden acceder a mascarillas nuevas cada 3 horas, como se recomienda, o como las higieniza, por ejemplo, si vive en un campamento de caravanas, sin agua potable.


Por el momento, la rutina ha de imponerse, para que cada día se lleven un par a clase y al volver a casa, la pongan a lavar, y no extravíen ninguna, porque si ha de pasar como con los calcetines…


En fin!


La primera semana termina, y creo que podemos estar muy contentos.


Crucemos los dedos….

dijous, 27 d’agost del 2020

Un verano "como nunca"

 

Hace ya una semana que cerré mi casa en Barcelona y dí por acabada la temporada de verano, tanto por lo que se refiere a las vacaciones como a la temporada estival.


De vuelta a la rutina.

De vuelta a las nubes, al frío, a los pijamas de invierno, las mantas, los zapatos cerrados

De vuelta al norte, en definitiva.


Si tuviera que escoger una frase con la que definir mi verano, esta sería:


«Un estiu com mai»


Un verano como nunca.


Y me preguntaban mis amigas, que es lo que hacía definir este verano como uno tan «como nunca».


Y la respuesta es clara.


Mi actitud.


Si hace unos meses, en pleno confinamiento, hablando en familia, no veíamos que fuera posible tener un verano en Barcelona y, al final, ha sido posible, el echo de pensar que no íbamos a tener la posibilidad de volver a casa, de ver a nuestra familia, abrazar a nuestros amigos, etc. ha hecho que todas esas sensaciones y vivencias hayan sido únicas.


Primero, por pensar que no se abrirían las fronteras.

Segundo, por pensar que nos confinarían en cualquier momento.

Tercero, por pensar que nos cerrarían la frontera, de la noche a la mañana, y tuviéramos que salir corriendo.


Todo eso, ha hecho que vivamos cada día de manera especial. Exprimiendo todas las posibilidades, aceptando cada día lo que se nos propusiera, apeteciera o ocurriera.

















Ha sido un verano de disfrutar de playas nocturnas, con baños de luna, que ha sido la delicia de los más pequeños, creando recuerdos que espero que nunca olviden.

Cenas en el chiringuito de turno, tras una tarde de playa con lluvia, cuando pensábamos que iba a ser imposible poder disfrutar de una normalidad absoluta como es comer unos chocos en la playa. Qué buenos que estáaaaaan!

Planes con toda la familia, con la versión reducida (sólo los 3 pequeños, o los dos, o uno!) planes a 2! El verano es un momento en el que los abuelos y los amigos entran en escena y nos permiten disfrutar de versiones más reducidas de la familia. Los más pequeños lo necesitan y nosotros, por fin, podemos disfrutar de una «soledad» y «intimidad» que en Francia nos es imposible.

Aprovechando que la ciudad ha estado libre de turistas, hemos decidido aprovechar la exclusividad de la circunstancia para visitar lugares emblemáticos de nuestra ciudad, que en otras circunstancias nos hubiera dado pereza.... Visitas al Park Güell, a la sagrada familia, a la casa Batlló, la pedrera, paseos por el Eixample. Ha sido el mejor regalo de este verano excepcional

También he podido hacer algunas escapadas a solas. Tengo necesidad de, de vez en cuando, poder hacer uso de mi individualidad y quedar con amigos que no son comunes a la familia. En esta ocasión, un concierto en el camp nou de Amaral, quedar con amigas de EGB para pasear por mi barrio de Gràcia, tomar un té, o conocer Sant Pere de Ribes en compañía excepcional, una cena en un restaurante oculto para turistas o participar de un tour privado por unas bodegas centenarias no abiertas al público general, descubriendo unos licores excepcionales incluso para mi! Que no bebo! Fue un regalo de experiencia, y seguro que uno de los recuerdos especiales de este verano.

Y las noches que se hacen de día, con amigos, con una vista excepcional de la salida del sol, desde el banco de la amistad! Qué gran regalo poder tener estas soirees con los amigos, que vienen dispuestos a pasar el fin de semana a tu casa, una bbq y una buena piscina. A veces no hace falta nada más, siendo conscientes de que tenemos una suerte infinita de poder disfrutar de ellos y de estos encuentros!

Por supuesto, esas salidas sorpresa que te montan tus amigos que acaban de madrugada paseando por Sitges y un paseo en moto por las costas del Garraf. Que sensación notar el aire a 120, al lado del mar! Y pensar, que hace tan solo unos meses, estábamos encerrados en casa. Ese paseo en moto es un lujo de recuerdo que voy a mantener para los momentos en los que piense que la vida se me hace tediosa o difícil. La sensación de libertad, de espacio exterior, de ser yo misma!


Todas estas experiencias, con niños entrando y saliendo, en casa de mil amistades, recorriendo el verano en bici, viviendo la adolescencia como nunca, casales y escuelas de verano que han sido la delicia de la normalidad y que me permiten compartir desayunos infinitos con amistades increíbles, o poder tener un Karaoke urbano (quien nos iba a decir que podríamos salir una noche!)

Comidas familiares, piscinas para el recuerdo, meriendas multitudinarias que son ya una tradición....


Mil planes, recuerdos, experiencias.... Creo que todos hacemos un balance más que positivo.


Tanto es así, que volver se nos ha hecho muy difícil.


A todos.


Por muchas razones.


Y cada vez pesa más la decisión de vivir aquí en Francia.


Porqué vivimos aquí, teniendo lo que tenemos allí? Me pregunto.... y me imagino volviendo a mi Barcelona. A ser yo. A trabajar, a pisar la ciudad, a poder quedar con mi familia por cumpleaños, o improvisar una cena con amig@s porque he tenido un mal día....


EStamos aquí, claro está, porque aquí está  el trabajo y la oportunidad de dar unos estudios de calidad a los niños... pero......


A qué precio?


Al precio de sentir que se te rompe algo en el corazón cada vez que tienes que cerrar tu casa y meter tus cosas en el coche para recorrer 1200km, sabiendo que hasta dentro de unos meses, la vida va a parecer que está en stand by.


No quiero pensar que, dentro de unos años, todos nos reprochemos las elecciones que hacemos, que nos mantienen todavía aquí en el norte.


Quiero que nuestra actitud también cambie, y seamos capaces de hacer como este verano.


Tomar lo que tenemos como lo mejor que nos puede pasar cada día, y aprovechar el momento, aunque, en este caso, sea diametralmente opuesto a lo que queremos.


Así que, con el balance tan positivo que hacemos de este verano excepcional, el reto está en canalizar toda esa energía positiva que hemos almacenado estos días, para sacar todo lo mejor de las oportunidades que tenemos aquí y ahora.


Algunas decisiones se están madurando, perfilando, concretando....


Personalmente, tengo mucho trabajo por delante.


Y pienso afrontarlo con la misma determinación positiva que ha hecho que este verano, día a día, fuera lo mejor que pudiera dar y recibir de la vida.


Próximamente, espero poder contar más detalles de lo que se cuece.....

dimarts, 9 de juny del 2020

Junio de ponerse a prueba


Estoy de exámenes. Este domingo me toca ponerme a prueba.


Ha estado un semestre muy raro,

Un semestre en el que me había puesto a prueba. Me había animado a demostrarme que puedo despertar del letargo que era mi vida durante estos 9 últimos años.

Este semestre era mi apuesta para ponere a tono con mi nivel de perfeccionamiento en francés, mi casi semestre normal en la UOC, con 4 asignaturas, el máximo número que me he atrevido a coger desde que empecé en el 2013.

Mi apuesta por retomar mi atelier, invirtiendo todo el líquido que había conseguido reunir durante mi primer año de «empresaria» en restauración.

Me había hecho una serie de tablas de tiempo y de objetivos. Estudiar y sacarme este verano el ACTIC nivel medio, ir al gimnasio, quedar para estudiar, por las mañanas, con alguna amiga, en alguna cafeteria tranquila....

Todo ese planing me duró media semana.

Fuí a mis primeras clases de francés y también había quedado para ir a buscar unas piezas de anticuario, justo antes de tomar mi avión a Barcelona, para un viaje fugaz, y volver a ponerme de lleno en mi semestre-punto de inflexión.

Y todo se paró. De risa. Qué hirónico y que inoportuno.

No hay más muebles que recoger para restaurar, ni amigas con las que ir al gimnasio ni a estudiar. No más cafés en starbucks, ni clases de francés nivel advanced (quemeríoyo).

Sólo quedó la UOC, pero tampoco eso iba a ser fácil. Cuatro asignaturas que contaba llevar tranquilamente estudiando por las mañanas, cuando todos estuvieran en sus respectivos lugares de trabajo y escuelas. En lugar de eso, mañanas eternas de deberes de p5, rabietas de number six con number five, hacer la comida, rutina de casa... y el insomnio como herramienta para estudiar.

La UOC, inicialmente decidió que esto de la pandemia (Nota: actualizar el editor de textos, porque no reconoce "pandemia" como palabra correcta en su diccionario de palabras habituales. Supongo que su última actualización es anterior a marzo’20) no iba con ella, y no fue hasta que los alumnos le plantamos la realidad en la frente que accedió a flexibilizarse, permitiendo que este semestre la mayoría de asignaturas no tuvieran PS (prueba de síntesis) si no que se hiciera una evaluación continuada, y de las que sí deben tener prueba, que esta fuera online.

De mis tres asignaturas con prueba, me quedo con una. Y esa prueba se va a hacer el domingo 14. Mi primer examen en domingo de todos mis estudios.

Y no tengo la cabeza para estudiar.

No tengo ganas de ponerme a preparar una materia en medio de esta incertidumbre.

Yo debería estar pensando en volver a casa para pasar el verano con amigos y familia, y ni si quiera sé si eso va a ser posible ahora, en octubre o en navidades.

Y porqué? Entre otras cosas, por lo que allí llaman «nueva normalidad».

Me revuelve el estómago ver como se aceptan ciertas cosas.


Me crea ansiedad.

Ya lo he dicho.

Aquí la vida es normal.

Todo lo normal que se puede, teniendo museos o cines al 50% o no pudiendo cruzar frontera hasta primeros de julio. Todo lo normal que se puede entender la vida, a pesar de que te marquen recorridos de un único sentido para entrar en ciertas tiendas o centros comerciales, o ciertos comercios de alta frecuencia te pidan el uso de mascarilla, pero los mínimos, los de trabajadores que tienen miedo, y me parece lógico, y lo entiendo, a la vez que tengo opciones para también expresar como quiero vivir este periodo en la que todo está muy tranquilo y no se sabe que va a pasar en otoño.

Necesito cargar pilas de normalidad.

No quiero volver a casa si significa evidenciar toda una serie de medidas de pánico de otros, que hagan realidad que no hay una normalidad.

No quiero sufrir como se alarga una situación injustificada y se una a la siguiente.

Quiero cargar pilas, quiero sonreír y que me sonrían por la calle, sin tener que dudar de que rostro se esconde tras un trozo de tela quita-multa. Con lo mala que soy para reconocer a gente en la calle, como para encima ponerlo más complicado.

Me gustaría que, quien más quien menos, pudiera decidir como vivir este oasis que nos brinda el verano.
Me gustaría que se respetara a quienes no tenemos miedo de salir por la calle con unas medidas de prevención basadas en la OMS (higiene y distancia, evitando aglomeraciones) y no tener que ir con miedo por si alguien decide que ir solo en el coche sin taparte la cara te hace merecedora de una multa.

Sí.

Pienso que hay quien gobierna desde y para la política del miedo y hay quien vive más confortable en la prohibición que tomando decisiones particulares.

Sin extenderme más. 

Entre estar de exámenes y pensar que no tengo una zanahoria a tres semanas, me ha dejado sin motivación y tristeza. Melancolía. 

Me gustaría pensar que hago un sprint final para empezar a preparar maletas, pensar en ocupar mi agenda para julio, que actividades vamos a hacer allí cuando lleguemos, preparar la casa para nuestra llegada, y en lugar de eso me pongo muchas preguntas que me crean ansiedad.

Me vale la pena bajar si voy a estar en confrontación continuada?

Me compensa aceptar la hipocresía y la incoherencia, por estar en casa?

O es mejor para mi salud emocional quedarme en esta parte del planeta que se me aparece más coherente con mi manera de entender el momento?

No lo sé.

Me faltan mucas cosas que me esperan allí, a la vez que me faltarán muchas cosas allí que aquí doy por sentado y que allí serán complicadas, imposibles, prohibidas, criticadas, penalizadas...

Me siento cansada.

Voy a estudiar.

Lo único real es que el domingo tengo una prueba online, y acabar el semestre sí es possible.

diumenge, 3 de maig del 2020

Primer domingo de mayo y ellas


Hoy es el día de la madre.

Hace dos semanas, aproximadamente, lo comentamos entre nosotras. Somos tres hijas y cuento con mis dos hermanas menores cerca de mi madre.

Ellas tres están confinadas, cada una, en su casa. Sólo mi hermana pequeña está compartiendo el confinamiento con su compañera de piso. Por lo menos una tiene con quien hablar sí quiere, pero mi madre y mi otra hermana están solas.

De vez en cuando les hago una llamada a 4 para tomar café y me consta que entre ellas se hacen diversas llamadas, por lo menos una cada día para oír a otro ser humano, para ejercitar las cuerdas vocales, para interesarse por como están, para sentirse menos solas en sus vidas confinadas.

Así que, hace ya diversos días que comentamos que hacer este día de la madre, porque siempre lo hacemos, pero este año es quizás más importante hacer saber a una madre que no está sola.

Y nos llevó diversos días e intercambio de mensajes decidir que es lo que queríamos hacer.

Para mí era importante que fuera algo que no pusiera en riesgo a mi madre. No pensé en comprar nada por Amazon que llevara un repartidor a su casa.
Para mi otra hermana, lo importante era que fuera algo que realmente a mi madre le gustara. Esta vez, no sería un ramo o una colonia, porque el regalo era el significado, la experiencia, y no el objeto.
Para mi otra hermana, lo importante era la personalización. Algo que hiciéramos nosotras y lleváramos nosotras.

Y las tres nos pusimos de acuerdo, y se preparó el regalo, desde el cariño y el corazón, las disponibilidades y la accesibilidad. 

Esta mañana, mis hermanas han quedado y han ido juntas a ver a mi madre. Yo he estado presente desde una llamada por whatsapp, y con todos los medios de seguridad puestos en acción: mascarilla, distancia de seguridad, geles desinfectantes y demás, el rellano de la escalera ha sido testimonio del día de la madre más surrealista, higiénico y distante, pero a la vez, el más tierno, el más personal, el más emotivo y el más significativo de todos los tiempos.

Y es que, una vez más, las celebraciones no son días marcados en el calendario, si no que es la motivación que los hace realidad. Hoy no es el día de la madre porque sea el  primer domingo de mayo y toque, si no porque hoy muchos hij@s hemos pensado en hacer saber de manera explícita a nuestras madres que, a pesar de la distancia, de estar confinados, de ser adultos maduros, de ser a la vez padres y madres o tener una vida estresante y ocupada que no tiene nada que ver con el niño o la niña que fuimos, a pesar de todo eso, hoy, volvimos a decir:

Mama, t’estimo!

Feliç dia de la Mare.

dijous, 23 d’abril del 2020

Sant Jordi 2020. El no Sant Jordi.


Un any més, arriba Sant Jordi.

Aquest any, és un Sant Jordi "especial".

No ens preocuparà massa si plou, o si no trobem el best seller de torn, o si l’autor que volem que ens signi l’exemplar no està disponible.

No tindré gaire neguit, per enyorar una ciutat que es vesteix, cada any, de festa.

No rebré fotos per whatsapp de companys i amics, que pensaran en compartir-me aquest dia de festa, perquè saben que m’enyoro tant que agraeixo una foto dels carrers de Barcelona, amb aquelles parades engalonades amb la senyera, i els paradistes de flors, la majoria adolescents que en aquest dia fan campana a les seves classes per guanyar-se quatre duros per a pagar-se el viatge final de curs.

Una rosa, uns 3€. Un llibre, uns 15 o 20, de mitjana.

Aquest any no.

Aquest any, si tot va bé, Sant Jordi serà el 23 de juliol.

Aquest any, Sant Jordi serà de les roses fetes de paper pels nostres petits a casa.

Aquest any, el llibre vindrà en forma de paquet d’amazon per a alguns, en forma de «val per» en el cas d’altres.

Aquest any, hem proposat fer una lectura de poemes quan siguem tots a taula. I explicarem la llegenda de Sant Jordi.

Aquest any, farem una diada especial, que segur que, per no haver-hi diada, passarà a la història.

Fins-hi-tot, aquest any, em prenen el meu únic consol. 

El de viure Sant Jordi a través de la vida dels altres.

dilluns, 13 d’abril del 2020

Día 31


Abro los ojos, y como cada día, busco el teléfono en la mesilla de noche.

Todo está oscuro en la habitación, y se intuye silencio en la casa. 

Por debajo de la puerta, unos resquicios de luz brillante marcan todo el contorno de la misma.

Intuyo que es tarde. 

Me lo confirma el móvil. Son las 11 de la mañana. 

Ayer me acosté casi a las 6 de la mañana, después de una conversación bastante acalorada sobre política, confinamiento y políticas capitalistas. Me gusta este tipo de conversaciones, y de madrugada, se me pasan las horas sin darme cuenta.

Me cuesta dormir, y la compañía intelectual me ayuda a olvidar el confinamiento forzado. Me mantiene ágil mentalmente, y el humor a raya. 

Me conecto al whats. Lo primero que hago desde el 13 de marzo, cuando nos quedamos en casa, es decir buenos días a toda la gente que en estos tiempos nos cuidamos entre nosotr@s. Amigos que están solos, amigos que pasan por momentos difíciles, amigos de siempre. Amigos y familia. 

De uno en uno, entro en los grupos y en mis contactos, y en diversos idiomas, voy saludando y recordando que día estamos: Feliz domingo, bonjour, dimanche!, Bom dia, Bon dia..

Hasta que llego al grupo familiar.

M. no está. El bicho se lo ha llevado. DEP.

Y me quedo en choc. Y empiezo a llorar. Lloro por muchos motivos.

De tristeza, porque era una persona que siempre que podía, a pesar de que la vida lo había alejado de su tierra, la nuestra, siempre que  venía de viaje a Barcelona hacía por  encontrarnos y reunirnos a todos,  siempre animado y dispuesto a organizar una comida o una cena. Siempre optimista, siempre con alegría, una sonrisa en la cara, su acento francés hablando castellano, porque catalán no había aprendido. Su tía, querida tía, como la llamaba él, y sus primos, entre ellos mi padre, que lo adoraban y los adoraba.

De mi padre nos llegó la simpatía heredada hacia él. Todo un personaje. Lo admirábamos como alguien exótico, alguien de una realidad lejana, siempre con coches que nosotros admirábamos y sólo podíamos soñar. La vida en Francia lo trataba muy bien, y él era todo un emprendedor y, ahora puedo intuir, un gran conquistador. De belleza picasiana, una actitud todo un señor. Generoso y social.

De dolor, porque al ser una figura admirada y mimada por mi padre, mi tema no resuelto aflora. Otro tema pendiente que me va a acompañar el resto de la vida. Lloro lo que no he llorado y siento rabia y ausencia, soledad. Se confunden los motivos, y los sentimientos fluyen sin filtro.

Lloro también por injusticia. Porque este mal bicho se lleva sin respetar nada, a todos. Ignorante y arrogante de mi, pensaba que podría haber una pandemia mundial sin que mi familia sufriera. En base a qué? Supongo que en base a que todos tenemos nuestra casa, la nevera llena, la posibilidad de quedarnos en casa sin exponernos, y eso me hizo pensar que estábamos a salvo... mentira que me daba seguridad.

Lloro de miedo, porque quien sabe cuando y como va a acabar esto. De momento, nosotros, tendremos otra silla vacía estas navidades. Una víctima, para mi familia, tiene nombre y apellidos. Me preocupo por nosotros. Por si puedo caer enferma en alguna de mis incursiones a la compra. Me aterra traer esto a casa, a los míos.  

Lloro de soledad. Porque en mi familia todos nos reunimos para abrazarnos y apoyarnos ante la pérdida, y esta vez, con el confinamiento, la imposibilidad de poder viajar a casa y de poder tener un velatorio con el que iniciar el duelo, esto es imposible.

La vida sigue, pero todos estos pensamientos me derribaron de un golpe, ayer.

Ya no pude continuar con los buenos días tradicionales. No tenía ningún sentido nada de lo que venía haciendo los días anteriores, porque en realidad ya no lo tenían antes, sólo eran muletas para poder moverme por esta nueva realidad ¿temporal?

Hoy ha vuelto a salir el sol.

He vuelto a despertar en la misma habitación oscura, entrando la luz por debajo de la puerta.
He mirado el whats, y he empezado a saludar, de nuevo, a todos los grupos.

Bon dia de dilluns de pasqua. Feliz lunes. Bom dia de segunda. Bonjour, on commence les vacances de pâques...

Hace más frío que ayer, pero hoy no llueve. Hoy haremos la mona en videoconferencia, y seguiremos viviendo entre cuatro paredes, como el resto de los 30 días que nos preceden ya. 

Seremos menos, pero esa realidad nos espera de puertas a fuera, cuando retomemos la vida.

In memoriam de M.I.A

dimecres, 8 d’abril del 2020

Día 25


Día 25

Son las 1:36 de la mañana. Todos miran la super luna, y yo en frente del ordenador.

El mayor no cede en sus partidas online, a pesar que a las 23h ya empecé a cerrar luces y redirigirlos a todos a sus camas. Sé que estos días, si no está haciendo deberes, poca cosa puede hacer para entretenerse. Siempre ha sido un niño poco convencional, y de difícil relaciones sociales. Las redes y los juegos le permiten desarrollar una parte de su identidad que, en confinamiento, quedaría del todo anulada. Soy anti pantallas, pero aquí me tenéis, cediendo, esperando que esto no haga más mal que bien. No son horas, pero no sé que potestad tengo ya a estas alturas de la historia.

El mediano duerme. Lo he arrancado también del PC, pero es más dócil, y tiene más sueño. A él, que no le quiten su cama, su edredón y su habitación a oscuras, a pesar de tener al hermano a escasos 30cm de la cabeza, gritando como un poseso, controlando al equipo.

Número tres y 4 todavía las oigo en su cuarto. Estos días se han descubierto ese espacio oculto y privado que es su habitación, y cada una en su escritorio debidamente customizado, una mesa más ordenada que la otra, una más constante que la otra, comparten pre-adolescencia una, y pre-adolescencia precoz la otra.

Number five y six se han ido con el padre de las criaturas a mi cuarto. Espero que sea con la luz apagada y que estén ya durmiendo. Y si no es mucho pedir, que no sea en mi espacio de cama.

Cada día, "mi tiempo" queda más reducido, absorbido en casi toda su dimensión pre-cena por el teletrabajo. 

Hoy han sido 14 horas lo que ha dedicado el padre a trabajar, de manera que yo he estado toda parte de la mañana-mediodía, tarde hasta después de la cena, ocupándome de la casa y los peques. Y luego, claro, me pongo a estudiar a media noche. No es de extrañar que, una pausa para el té, me lleve a tener conversaciones en la cocina hasta las 3 de la mañana. Porque esa es mi pausa de media jornada... jornada que empieza cuando todos duermen, cada día más tarde...

Así no se puede. 

Lo tengo claro. 

Así no hay quien se levante a una hora razonable, tenga rutinas de mañana, de tarde y de noche.

No tengo sueño, en parte por la inactividad y en parte porque pongo a trabajar a mi cerebro a partir de las 12am o las 2, como hoy.

Qué otras cosas he permitido, a parte del descontrol en usos de pantalla y mis horarios invertidos?

  • He permitido los aperitivos entre semana. Ya que no sabemos diferenciar los lunes de los jueves, que más da.
  • He permitido no ponernos los zapatos en todo el día. El único que va calzado es el padre de las criaturas, y aún no entiendo muy bien porqué. Supongo que lo incluye en el apartado de «vestirse», porque vestirnos, nos vestimos todos como si fuéramos a salir a la calle.
  • He permitido que los tres más pequeños no se peinen. A ver, me explico. Al cole van siempre con una coleta y bien repeinados, por eso de los piojos y poder trabajar si los pelos en la cara... Pero, en casa? Es necesario atarse el pelo a la cabeza? Creo que hay que aprovechar esta oportunidad para dejar la melena al viento que se oxigene y que cada uno haga lo que prefiera, recogerlo o no.
  • He restringido la ingesta de proteína a una vez al día. Si hay pollo al mediodía, por la noche, legumbre, pero es una manera de racionalizar la despensa, y también de no estar consumiendo demasiado sin gastar.
  • He restringido las horas de tele entre semana. No se enciende antes de las 17 y alexa nos avisa a las 21h30 de que hay que empezar a cerrar pantallas y acostarse (juas juas juas juas)
  • He restringido mis expectativas de poder hacer nada productivo durante el día. Hasta la semana pasada, aún podía disponer de algún rato antes de la cena. Esta semana, ya voy viendo que ni eso.
Y me da un poco de rabia, este cambio. 

Porque me da la impresión de que voy cediendo un espacio que no se valora y que en unos días se va a dar por sentado que esto es así, y chim-pum.

Y tengo ganas de enfadarme y decir cuatro cosas al respecto, porque me siento como otras veces, que me toman el pelo.

Me toman el pelo? O me lo dejo tomar?

No sé, supongo que hay una parte que no quiero reconocer que es cierta. 

Entiendo que debe ser así: él trabaja y yo no. 

Pero a cada reflexión sobre este tema ,me voy volviendo más invisible, más inexistente, más irrelevante, más... prescindible. 

Y eso me hace revolverme. Me cabrea!

En parte, esto también sale ahora porque, veo como se va acercando mayo. Mayo es mi mes de amortiguación, entre navidad y verano, es mi manera de compensar toda mi inexistencia de los primeros 6 meses del año.... y este año no va a existir.

No voy a tener esta posibilidad, y me voy a volver invisible hasta verano, y ya veremos.

Me gustaría pensar que todo esto que hago es por el «equipo» que somos. Pero no veo que sea así. O no lo siento.

Ya de por sí es complicada mi situación. 

Dejarlo todo, por el proyecto familiar. Y ya me estoy cansando. Se me están agotando la paciencia. O se me están acabando las excusas para seguir posponiendo mi vida, mis ambiciones, mis proyectos, mis ganas de vivir.

Pero dejarlo todo ha implicado también dejarme yo en este camino, y en confinamiento todo se magnifica.

Estoy enfadada. Triste, indignada, y tengo miedo, y me siento sola, también.

También, sola.

Y escribo esto, y oigo a number one bajar a comer sus tradicionales cereales de madrugada, y number 4 no tiene sueño, un día más, y un día más tengo que explicarle que tiene que irse a la cama y mirar al techo, pero en silencio, que me van a dar las 3.






dissabte, 4 d’abril del 2020

Día 22


Día 22.

Hoy huele a primavera. 

Se siente la temperatura agradable, y el sol entra por las ventanas.


Hace una semana que no salgo de casa, y de momento quiero esperar unos días más, antes de tener que volver a salir. Tenemos lo esencial, así que voy a esperar a finales de la semana que empezaremos.

Ya llevamos tres semanas enteras en este modo de vida nuevo. Clases y trabajo en casa, ocio entre paredes.

Tengo insomnio. Siempre he tenido, pero ahora parece que más, porque tengo pocas rutinas que me marquen como me tengo que organizar el día. Procuro empezar tarde, porque los dos peques no tienen necesidad de levantarse pronto, y así me permito el lujo de trabajar hasta la madrugada... de aquí que los días vayan, poco a poco, dando la vuelta, a más horas nocturnas que diurnas, poco a poco.

Tiempo libre, como tal, aquel que te permite salir de tu rutina, pues poco. Estos días, supongo, que como todos, andamos del desayuno a los deberes, del trabajo a la comida, de la videoconferencia a la merienda, de los juegos de sobremesa a la cena, del Netlix a la cama... y vuelta a empezar...

Eso, si tienes netflix, hijos o trabajo. Si no, no me puedo imaginar.

Hoy hablan de que se inician las vacaciones de semana santa, y me parece una broma. También comentan que se alarga el estado de alarma, y me río de los que se creen que esto no va a durar hasta el verano. Las noticias empiezan a teorizar sobre el retorno a la vida post-confinamiento, relegando las noticias sobre nuevos contagios o muertes al segundo plano.

Y todavía hay quien tiene la creencia de que esto va a suponer un antes y un después para el sistema capitalista, los estados, las prioridades políticas o la manera de entender la vida de las personas....

Y veo como la gente en china empieza a salir, con máscaras, y me pregunto si ya nunca más vamos a poder cruzarnos por la calle con una persona que sonríe, o ver a niños haciéndose muecas en los parques. Vamos a tener que escribir nuestros nombres en las máscaras, para poder reconocernos por las calles? Espero que no

Pero a la vez que espero que el nuevo mundo no pase por tener nuevas formas de rechazo social: la persona con mala salud, la persona con poco poder adquisitivo, etc. A la vez que espero que demos más valor a la familia y a las amistades por encima de objetos materiales que de nada nos sirven en un confinamiento como el que estamos viviendo: de que sirve tener un coche último modelo en el garaje, o un apartamento en la playa, o saber esquiar? Al mismo tiempo que espero que tener la atmósfera más limpia de los últimos 80 años, que la capa de ozono se haya regenerado en un mes en un 30% o que los animales vuelvan a ocupar sus hábitats... al mismo tiempo que todo eso, veo que la vida de antes se apresura para volver a ocuparlo todo.

A ocupar estadios de futbol, para ver partidos de gente que cobra más que todo el presupuesto sanitario

A pensar en irnos a nuestras segundas residencias, para alterar el hábitat y la vida de pequeños lugares que, desde luego, están mejor sin nosotros

A soñar con ir al centro comercial, a gastar dinero en ropas que cosen gente en India, que ahora han sido expulsados de sus puestos de trabajo y recorren centenares de km a pie, intentando regresar a sus casas.

En definitiva, a seguir la rueda del consumismo, a seguir viviendo sin pensar en los recursos, el coste de nuestras acciones, contaminando o agotando recursos...

Hay quien tiene esperanza de que se reflexione, a pequeña escala pero de manera generalizada. Y yo dudo que eso suceda.

La gran mayoría está esperando volver a la vida de antes.

Pero, quién no percibe la vida de antes como una vida de excesos? Salir a la calle sin miedo, sin máscara, sin medidas de higiene, sin respetar distancias sociales, sin sospechar del que te prepara un café, comerte la patata que acabó encima de la mesa, no usar gel para desinfectar las manos antes de tocarte la cara, a coger el carrito de la compra que alguien acaba de dejar, aún caliente.... ahora, para algunos, todo eso son riesgos.

Para otros, en dos semanas se les habrá olvidado.

Se puede ser optimista, idealista o pesimista.

Quiero pensar que soy realista.

Y mi realidad me dice que, el que ha vivido sin preocupaciones, volverá a querer vivir sin preocupaciones, y a la mínima que sienta que ya no hay razón para el miedo, las malas costumbres tiran para el campo.

Yo quiero dejar de sentir miedo, pero quiero también que haya un cambio. 

No sé si ese cambio llegará en la línea que la sociedad y el planeta necesitan. 

Pero seguro que, cambios, haberlos los habrá.