Día
25
Son
las 1:36 de la mañana. Todos miran la super luna, y yo en frente del
ordenador.
El
mayor no cede en sus partidas online, a pesar que a las 23h ya empecé
a cerrar luces y redirigirlos a todos a sus camas. Sé que estos
días, si no está haciendo deberes, poca cosa puede hacer para
entretenerse. Siempre ha sido un niño poco convencional, y de
difícil relaciones sociales. Las redes y los juegos le permiten
desarrollar una parte de su identidad que, en confinamiento, quedaría
del todo anulada. Soy anti pantallas, pero aquí me tenéis,
cediendo, esperando que esto no haga más mal que bien. No son horas,
pero no sé que potestad tengo ya a estas alturas de la historia.
El
mediano duerme. Lo he arrancado también del PC, pero es más dócil,
y tiene más sueño. A él, que no le quiten su cama, su edredón y
su habitación a oscuras, a pesar de tener al hermano a escasos 30cm
de la cabeza, gritando como un poseso, controlando al equipo.
Número
tres y 4 todavía las oigo en su cuarto. Estos días se han
descubierto ese espacio oculto y privado que es su habitación, y
cada una en su escritorio debidamente customizado, una mesa más
ordenada que la otra, una más constante que la otra, comparten
pre-adolescencia una, y pre-adolescencia precoz la otra.
Number
five y six se han ido con el padre de las criaturas a mi cuarto.
Espero que sea con la luz apagada y que estén ya durmiendo. Y si no
es mucho pedir, que no sea en mi espacio de cama.
Cada
día, "mi tiempo" queda más reducido, absorbido en casi
toda su dimensión pre-cena por el teletrabajo.
Hoy
han sido 14 horas lo que ha dedicado el padre a trabajar, de manera
que yo he estado toda parte de la mañana-mediodía, tarde hasta
después de la cena, ocupándome de la casa y los peques. Y luego,
claro, me pongo a estudiar a media noche. No es de extrañar que, una
pausa para el té, me lleve a tener conversaciones en la cocina hasta
las 3 de la mañana. Porque esa es mi pausa de media jornada...
jornada que empieza cuando todos duermen, cada día más tarde...
Así
no se puede.
Lo
tengo claro.
Así
no hay quien se levante a una hora razonable, tenga rutinas de
mañana, de tarde y de noche.
No
tengo sueño, en parte por la inactividad y en parte porque pongo a
trabajar a mi cerebro a partir de las 12am o las 2, como hoy.
Qué
otras cosas he permitido, a parte del descontrol en usos de pantalla
y mis horarios invertidos?
- He permitido los aperitivos entre semana. Ya que no sabemos diferenciar los lunes de los jueves, que más da.
- He permitido no ponernos los zapatos en todo el día. El único que va calzado es el padre de las criaturas, y aún no entiendo muy bien porqué. Supongo que lo incluye en el apartado de «vestirse», porque vestirnos, nos vestimos todos como si fuéramos a salir a la calle.
- He permitido que los tres más pequeños no se peinen. A ver, me explico. Al cole van siempre con una coleta y bien repeinados, por eso de los piojos y poder trabajar si los pelos en la cara... Pero, en casa? Es necesario atarse el pelo a la cabeza? Creo que hay que aprovechar esta oportunidad para dejar la melena al viento que se oxigene y que cada uno haga lo que prefiera, recogerlo o no.
- He restringido la ingesta de proteína a una vez al día. Si hay pollo al mediodía, por la noche, legumbre, pero es una manera de racionalizar la despensa, y también de no estar consumiendo demasiado sin gastar.
- He restringido las horas de tele entre semana. No se enciende antes de las 17 y alexa nos avisa a las 21h30 de que hay que empezar a cerrar pantallas y acostarse (juas juas juas juas)
- He restringido mis expectativas de poder hacer nada productivo durante el día. Hasta la semana pasada, aún podía disponer de algún rato antes de la cena. Esta semana, ya voy viendo que ni eso.
Y
me da un poco de rabia, este cambio.
Porque
me da la impresión de que voy cediendo un espacio que no se valora y
que en unos días se va a dar por sentado que esto es así, y
chim-pum.
Y
tengo ganas de enfadarme y decir cuatro cosas al respecto, porque me
siento como otras veces, que me toman el pelo.
Me
toman el pelo? O me lo dejo tomar?
No
sé, supongo que hay una parte que no quiero reconocer que es
cierta.
Entiendo
que debe ser así: él trabaja y yo no.
Pero
a cada reflexión sobre este tema ,me voy volviendo más invisible,
más inexistente, más irrelevante, más... prescindible.
Y
eso me hace revolverme. Me cabrea!
En
parte, esto también sale ahora porque, veo como se va acercando
mayo. Mayo es mi mes de amortiguación, entre navidad y verano, es mi
manera de compensar toda mi inexistencia de los primeros 6 meses del
año.... y este año no va a existir.
No
voy a tener esta posibilidad, y me voy a volver invisible hasta
verano, y ya veremos.
Me
gustaría pensar que todo esto que hago es por el «equipo» que
somos. Pero no veo que sea así. O no lo siento.
Ya
de por sí es complicada mi situación.
Dejarlo
todo, por el proyecto familiar. Y ya me estoy cansando. Se me están
agotando la paciencia. O se me están acabando las excusas para seguir
posponiendo mi vida, mis ambiciones, mis proyectos, mis ganas de
vivir.
Pero
dejarlo todo ha implicado también dejarme yo en este camino, y en
confinamiento todo se magnifica.
Estoy
enfadada. Triste, indignada, y tengo miedo, y me siento sola,
también.
También,
sola.
Y
escribo esto, y oigo a number one bajar a comer sus tradicionales
cereales de madrugada, y number 4 no tiene sueño, un día más, y un
día más tengo que explicarle que tiene que irse a la cama y mirar
al techo, pero
en silencio, que me van a dar las 3.
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