dimecres, 8 d’abril del 2020

Día 25


Día 25

Son las 1:36 de la mañana. Todos miran la super luna, y yo en frente del ordenador.

El mayor no cede en sus partidas online, a pesar que a las 23h ya empecé a cerrar luces y redirigirlos a todos a sus camas. Sé que estos días, si no está haciendo deberes, poca cosa puede hacer para entretenerse. Siempre ha sido un niño poco convencional, y de difícil relaciones sociales. Las redes y los juegos le permiten desarrollar una parte de su identidad que, en confinamiento, quedaría del todo anulada. Soy anti pantallas, pero aquí me tenéis, cediendo, esperando que esto no haga más mal que bien. No son horas, pero no sé que potestad tengo ya a estas alturas de la historia.

El mediano duerme. Lo he arrancado también del PC, pero es más dócil, y tiene más sueño. A él, que no le quiten su cama, su edredón y su habitación a oscuras, a pesar de tener al hermano a escasos 30cm de la cabeza, gritando como un poseso, controlando al equipo.

Número tres y 4 todavía las oigo en su cuarto. Estos días se han descubierto ese espacio oculto y privado que es su habitación, y cada una en su escritorio debidamente customizado, una mesa más ordenada que la otra, una más constante que la otra, comparten pre-adolescencia una, y pre-adolescencia precoz la otra.

Number five y six se han ido con el padre de las criaturas a mi cuarto. Espero que sea con la luz apagada y que estén ya durmiendo. Y si no es mucho pedir, que no sea en mi espacio de cama.

Cada día, "mi tiempo" queda más reducido, absorbido en casi toda su dimensión pre-cena por el teletrabajo. 

Hoy han sido 14 horas lo que ha dedicado el padre a trabajar, de manera que yo he estado toda parte de la mañana-mediodía, tarde hasta después de la cena, ocupándome de la casa y los peques. Y luego, claro, me pongo a estudiar a media noche. No es de extrañar que, una pausa para el té, me lleve a tener conversaciones en la cocina hasta las 3 de la mañana. Porque esa es mi pausa de media jornada... jornada que empieza cuando todos duermen, cada día más tarde...

Así no se puede. 

Lo tengo claro. 

Así no hay quien se levante a una hora razonable, tenga rutinas de mañana, de tarde y de noche.

No tengo sueño, en parte por la inactividad y en parte porque pongo a trabajar a mi cerebro a partir de las 12am o las 2, como hoy.

Qué otras cosas he permitido, a parte del descontrol en usos de pantalla y mis horarios invertidos?

  • He permitido los aperitivos entre semana. Ya que no sabemos diferenciar los lunes de los jueves, que más da.
  • He permitido no ponernos los zapatos en todo el día. El único que va calzado es el padre de las criaturas, y aún no entiendo muy bien porqué. Supongo que lo incluye en el apartado de «vestirse», porque vestirnos, nos vestimos todos como si fuéramos a salir a la calle.
  • He permitido que los tres más pequeños no se peinen. A ver, me explico. Al cole van siempre con una coleta y bien repeinados, por eso de los piojos y poder trabajar si los pelos en la cara... Pero, en casa? Es necesario atarse el pelo a la cabeza? Creo que hay que aprovechar esta oportunidad para dejar la melena al viento que se oxigene y que cada uno haga lo que prefiera, recogerlo o no.
  • He restringido la ingesta de proteína a una vez al día. Si hay pollo al mediodía, por la noche, legumbre, pero es una manera de racionalizar la despensa, y también de no estar consumiendo demasiado sin gastar.
  • He restringido las horas de tele entre semana. No se enciende antes de las 17 y alexa nos avisa a las 21h30 de que hay que empezar a cerrar pantallas y acostarse (juas juas juas juas)
  • He restringido mis expectativas de poder hacer nada productivo durante el día. Hasta la semana pasada, aún podía disponer de algún rato antes de la cena. Esta semana, ya voy viendo que ni eso.
Y me da un poco de rabia, este cambio. 

Porque me da la impresión de que voy cediendo un espacio que no se valora y que en unos días se va a dar por sentado que esto es así, y chim-pum.

Y tengo ganas de enfadarme y decir cuatro cosas al respecto, porque me siento como otras veces, que me toman el pelo.

Me toman el pelo? O me lo dejo tomar?

No sé, supongo que hay una parte que no quiero reconocer que es cierta. 

Entiendo que debe ser así: él trabaja y yo no. 

Pero a cada reflexión sobre este tema ,me voy volviendo más invisible, más inexistente, más irrelevante, más... prescindible. 

Y eso me hace revolverme. Me cabrea!

En parte, esto también sale ahora porque, veo como se va acercando mayo. Mayo es mi mes de amortiguación, entre navidad y verano, es mi manera de compensar toda mi inexistencia de los primeros 6 meses del año.... y este año no va a existir.

No voy a tener esta posibilidad, y me voy a volver invisible hasta verano, y ya veremos.

Me gustaría pensar que todo esto que hago es por el «equipo» que somos. Pero no veo que sea así. O no lo siento.

Ya de por sí es complicada mi situación. 

Dejarlo todo, por el proyecto familiar. Y ya me estoy cansando. Se me están agotando la paciencia. O se me están acabando las excusas para seguir posponiendo mi vida, mis ambiciones, mis proyectos, mis ganas de vivir.

Pero dejarlo todo ha implicado también dejarme yo en este camino, y en confinamiento todo se magnifica.

Estoy enfadada. Triste, indignada, y tengo miedo, y me siento sola, también.

También, sola.

Y escribo esto, y oigo a number one bajar a comer sus tradicionales cereales de madrugada, y number 4 no tiene sueño, un día más, y un día más tengo que explicarle que tiene que irse a la cama y mirar al techo, pero en silencio, que me van a dar las 3.






Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada