diumenge, 15 de març del 2020

Día 1.


Como en la mayor parte de Europa, aquí en Francia también estamos recluidos en casa.

La verdad es que tenemos un cruce de informaciones bastante serio, entre las recomendaciones francesas, las catalanas y las españolas, las que te cuentan que se han tomado en otros países, como Suecia, Alemania o Italia, o las que hace meses que te llegan desde Shanghai, o las no tomadas en Brasil o UK.

Pero ahora ya lo tenemos aquí. Ya lo estamos experimentando en primera persona. Ya no es algo que te cuenten por whats o los medios.

Y en mi caso, me ha venido de una semana. Todo ha cambiado en cuestión de pocos días, haciendo y deshaciendo maletas. 

Justo hace 4 días que volví de pasar unos días en Barcelona. Aún sabiendo que los casos por la pandemia se iban acercando a nuestros círculos sociales, aún parecía que no se llegaría a tomar las medidas que se estaban tomando en Italia en esos momentos. En cuestión de días, hemos pasado de tener la sensación de una vida “normal” a la de un apocalipsis. En el aeropuerto de vuelta, la psicosis “gel desinfectante” había inundado la terminal T2 de Barcelona, mientras number six lo tocaba todo y se fregaba ojos y nariz a ritmo frenético y descontrolado, bajo mi mirada ojosarriba de queselevaahacer.

El jueves, al saberse que a las 20h habría un comunicado del presidente Macron, y ya sabiendo que en Barcelona las cosas se ponían interesantes, ya que ya se había anunciado el cierre de escuelas, guarderías y universidades, decidí avanzarme a la turba de zombies y desembarqué en el supermercado para hacerme con unas provisiones para dos semanas de enclaustre de 8 personas.

En el supermercado no faltaba de nada y el ambiente era normal. Pude hacer la compra como siempre, como si estuviéramos a las puertas de dos semanas de vacaciones escolares, con niños a desayunar-comer-merendar-cenar-picarentrehoras como siempre. La gente nos miraba y se burlaba, pero pudimos coger pasta, arroz, galletas y de todo lo que nos es necesario para pasar unos días en casa, sin salir, porque ese era el objetivo: no salir para nada que no fuera de vital necesidad.

Y mientras estábamos en el chronodrive, recogiendo las garrafas de agua y de leche, llegó el notición: paralización del país a partir del lunes. Ok! Pues ya nos podemos encerrar en casa, con la compra colocada en la despensa.

Y el viernes, mientras me dedicaba a vivir nuestro encierro particular, la gente se volvió loca, y, como en España, se llevaron todo el stock de papel higiénico. Como veis, es algo internacional: te confinan en casa y tienes miedo de quedarte sin celulosa. Que digo yo, supongo que tienen previsto esperar encerrados en el baño, y por eso tanto papel.

Para nosotros, estar sin vida social no nos supone una situación desconocida. Estando expatriados, dedicamos nuestra vida a nuestras responsabilidades académicas, laborales y deportivas, y sumado al echo de que estamos habituados a hacer parones de dos semanas por vacaciones cada dos meses, pues no nos es algo totalmente desconocido. Lo que si nos va a suponer un cambio drástico es dejar de llevar a los niños de aquí para allí: ni entreno de futbol, ni patinaje, ni gimnasia, ni competiciones, ni fiestas de aniversarios ni nada…. O estar todo el fin de semana sin tener que hacer custodia compartida, aunque eso a mi me queda lejos, porque estoy encerrada en el despacho, con las PAC que se me han acumulado estos días.

Me llama la atención el echo de que la gente no ha entendido muy bien de que va esta historia. Si bien al fin han entendido mi postura anti-saludos con besos (aquí ya nadie se saluda besándose, cosa que mi fobia al contacto agradece) parece que les cuesta más entender que significa “aislamiento social” o “confinamiento pro-social” como prefiero llamarlo yo. Les anulan competiciones deportivas y se montan eventos alternativos que conllevan también actos sociales, con múltiples posibilidades de contagio. No lo entiendo! Qué ha de pasar para que entiendan que se han de quedar en casa? Y si les dices que tu no vas, se ofrecen para irte a visitar! Vamos a ver… que el virus no está en la calle! El virus lo puedes traer tu! O lo podemos tener nosotros y contagiártelo y que luego llegue a tu suegra o a tu madre! Pienso que hasta que no haya los primeros afectados en nuestros círculos inmediatos, la gente se piensa que esto es algo que pasa a los demás en la otra punta del mundo.

De momento, a día uno de todos los miembros de la familia en casa, y a día dos del confinamiento de los dos peques, puedo plantearme las siguientes dudas:

1. Hasta que punto es bueno tener un horario detallado y rígido, para garantizar unos hábitos de aprovechamiento del tiempo? O es mejor plantearnos regirnos por objetivos?
2. Podrá number six adaptarse a este parón domiciliar?
3. A que precio la salud emocional de la familia va a resistir estos días en casa, sin deporte ni obligaciones externas?
4. La pareja. Cómo gestionar el estrés y las preocupaciones que se deriven de esta situación excepcional?
5. La alimentación: la ansiedad, el estrés, el miedo… son factores que afectan a la alimentación.

Respecto al último punto, a partir de mañana he decidido restringir los accesos a la despensa, para todos, sin excepción. Por dos motivos: uno, es evidente que la salud no ha de dejar de ser una premisa. Dos, porque esto tiene pinta de durar más de 15 días, un mes o incluso más. Y también corre el rumor que, de seguir la gente comprando como si no hubiera mañana, se podría incluso llegar a poner un racionamiento en los supermercados, y eso sí que supondría un problema para esta familia, ya que no sé hasta que punto se tendría en consideración el número de integrantes por familia para poder acceder a los productos de primera necesidad que garantice unos mínimos para cada persona.

Eso, como familia numerosa y madre de hijos pequeños, me aterra.

Y también me preocupa que yo y mi marido nos pongamos enfermos al mismo tiempo, y sean los niños los que tengan que ocuparse de los pequeños y de nosotros mismos. No sería la primera vez que una gripe me deja en manos de mis hijos, pero se dice que este virus te tumba por dos semanas. Dos semanas! No lo quiero ni pensar.

A día de hoy, con la despensa llena, los ánimos todavía intactos, la dieta con intención de estar controlada y ganas cero de ponerme a estudiar, puedo decir que nos vemos con fuerzas de afrontar las próximas semanas. Digo semanas, porque en España han dicho que serán 15 días, en Alemania hasta el 20 de abril, y aquí nos han dicho que “si a caso, ya nos avisarán, que hasta nueva orden”.

Paciencia.

Quedémonos en casa.

Por resposabilidad social.

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