Como en la mayor parte de Europa, aquí en Francia también estamos
recluidos en casa.
La
verdad es que tenemos un cruce de informaciones bastante serio, entre
las recomendaciones francesas, las catalanas y las españolas, las
que te cuentan que se han tomado en otros países, como Suecia,
Alemania o Italia, o las que hace meses que te llegan desde Shanghai,
o las no tomadas en Brasil o UK.
Pero ahora ya lo tenemos aquí. Ya lo estamos experimentando en primera persona. Ya no es algo que te cuenten por whats o los medios.
Y en mi
caso, me ha venido de una semana. Todo ha cambiado en cuestión de pocos días, haciendo y deshaciendo maletas.
Justo hace 4 días que volví de
pasar unos días en Barcelona. Aún sabiendo que los casos por la
pandemia se iban acercando a nuestros círculos sociales, aún
parecía que no se llegaría a tomar las medidas que se estaban
tomando en Italia en esos momentos. En cuestión de días, hemos
pasado de tener la sensación de una vida “normal” a la de un
apocalipsis. En el aeropuerto de vuelta, la psicosis “gel
desinfectante” había inundado la terminal T2 de Barcelona,
mientras number six lo tocaba todo y se fregaba ojos y nariz a ritmo
frenético y descontrolado, bajo mi mirada ojosarriba de
queselevaahacer.
El
jueves, al saberse que a las 20h habría un comunicado del presidente
Macron, y ya sabiendo que en Barcelona las cosas se ponían
interesantes, ya que ya se había anunciado el cierre de escuelas,
guarderías y universidades, decidí avanzarme a la turba de zombies
y desembarqué en el supermercado para hacerme con unas provisiones
para dos semanas de enclaustre de 8 personas.
En el
supermercado no faltaba de nada y el ambiente era normal. Pude hacer
la compra como siempre, como si estuviéramos a las puertas de dos
semanas de vacaciones escolares, con niños a
desayunar-comer-merendar-cenar-picarentrehoras como siempre. La gente
nos miraba y se burlaba, pero pudimos coger pasta, arroz, galletas y
de todo lo que nos es necesario para pasar unos días en casa, sin
salir, porque ese era el objetivo: no salir para nada que no fuera de
vital necesidad.
Y
mientras estábamos en el chronodrive, recogiendo las garrafas de
agua y de leche, llegó el notición: paralización del país a
partir del lunes. Ok! Pues ya nos podemos encerrar en casa, con la
compra colocada en la despensa.
Y el
viernes, mientras me dedicaba a vivir nuestro encierro particular, la
gente se volvió loca, y, como en España, se llevaron todo el stock
de papel higiénico. Como veis, es algo internacional: te confinan en
casa y tienes miedo de quedarte sin celulosa. Que digo yo, supongo
que tienen previsto esperar encerrados en el baño, y por eso tanto
papel.
Para
nosotros, estar sin vida social no nos supone una situación
desconocida. Estando expatriados, dedicamos nuestra vida a nuestras
responsabilidades académicas, laborales y deportivas, y sumado al
echo de que estamos habituados a hacer parones de dos semanas por
vacaciones cada dos meses, pues no nos es algo totalmente
desconocido. Lo que si nos va a suponer un cambio drástico es dejar
de llevar a los niños de aquí para allí: ni entreno
de futbol, ni patinaje, ni gimnasia, ni competiciones, ni fiestas de
aniversarios ni nada…. O estar todo el
fin de semana sin tener que hacer custodia compartida, aunque eso a
mi me queda lejos, porque estoy encerrada en el despacho, con las PAC
que se me han acumulado estos días.
Me
llama la atención el echo de que la gente no ha entendido muy bien
de que va esta historia. Si bien al fin han entendido mi postura
anti-saludos con besos (aquí ya nadie se saluda besándose, cosa que
mi fobia al contacto agradece) parece que les cuesta más entender
que significa “aislamiento social” o “confinamiento pro-social”
como prefiero llamarlo yo. Les anulan competiciones deportivas y se
montan eventos alternativos que conllevan también actos sociales,
con múltiples posibilidades de contagio. No lo entiendo! Qué ha de
pasar para que entiendan que se han de quedar en casa? Y si les dices
que tu no vas, se ofrecen para irte a visitar! Vamos a ver… que el
virus no está en la calle! El virus lo puedes traer tu! O lo podemos
tener nosotros y contagiártelo y que luego llegue a tu suegra o a tu
madre! Pienso que hasta que no haya los primeros afectados en
nuestros círculos inmediatos, la gente se piensa que esto es algo
que pasa a los demás en la otra punta del mundo.
De
momento, a día uno de todos los miembros de la familia en casa, y a
día dos del confinamiento de los dos peques, puedo plantearme las
siguientes dudas:
1.
Hasta que punto es bueno tener un horario detallado y rígido, para
garantizar unos hábitos de aprovechamiento del tiempo? O es mejor
plantearnos regirnos por objetivos?
2.
Podrá number six adaptarse a este parón domiciliar?
3.
A que precio la salud emocional de la familia va a resistir estos
días en casa, sin deporte ni obligaciones externas?
4.
La pareja. Cómo gestionar el estrés y las preocupaciones que se
deriven de esta situación excepcional?
5.
La alimentación: la ansiedad, el estrés, el miedo… son factores
que afectan a la alimentación.
Respecto
al último punto, a partir de mañana he decidido restringir los
accesos a la despensa, para todos, sin excepción. Por dos motivos:
uno, es evidente que la salud no ha de dejar de ser una premisa. Dos,
porque esto tiene pinta de durar más de 15 días, un mes o incluso
más. Y también corre el rumor que, de seguir la gente comprando
como si no hubiera mañana, se podría incluso llegar a poner un
racionamiento en los supermercados, y eso sí que supondría un
problema para esta familia, ya que no sé hasta que punto se tendría
en consideración el número de integrantes por familia para poder
acceder a los productos de primera necesidad que garantice unos
mínimos para cada persona.
Eso,
como familia numerosa y madre de hijos pequeños, me aterra.
Y
también me preocupa que yo y mi marido nos pongamos enfermos al
mismo tiempo, y sean los niños los que tengan que ocuparse de los
pequeños y de nosotros mismos. No sería la primera vez que una
gripe me deja en manos de mis hijos, pero se dice que este virus te
tumba por dos semanas. Dos semanas! No lo quiero ni pensar.
A
día de hoy, con la despensa llena, los ánimos todavía intactos, la
dieta con intención de estar controlada y ganas cero de ponerme a
estudiar, puedo decir que nos vemos con fuerzas de afrontar las
próximas semanas. Digo semanas, porque en España han dicho que
serán 15 días, en Alemania hasta el 20 de abril, y aquí nos han
dicho que “si a caso, ya nos avisarán, que hasta nueva orden”.
Paciencia.
Quedémonos
en casa.
Por
resposabilidad social.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada